sábado, 1 de diciembre de 2012

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Mensaje anulado



Quiero que sepas que ya me esperaba
que esto ocurriera y que no pasa nada,
sólo me da la razón, y que he estado aprendiendo
de cada momento que he estado contigo.
Y pienso aplicar contra mis enemigos
tus tácticas sucias de acoso y derribo,
que también he sacado algo bueno
de todo este enredo.

Y quiero que sepas
que espero que acabes
colgando de un pino
cuando veas lo imbécil que has sido,
cuando veas que lo has hecho fatal.

Y que quiero que sepas
que ha sido un infierno,
estando contigo
el infierno es lo más parecido,
te pareces un poco a Satán.

Quiero que sepas que me he acostumbrado
a tus putas escenas de "ahora me largo".
Lárgate ya de verdad que sería una suerte
si no vuelvo a verte en los próximos años.
Por mí que podías tirarte de un tajo
que ya lo que hagas me trae sin cuidado.
Si me pongo a pensarlo un momento
creo que lo prefiero..

Así que ya sabes
que espero que acabes
pegándote un tiro
cuando veas lo imbécil que has sido,
cuando veas que lo has hecho fatal.

Y que quiero que sepas
que ha sido un infierno,
estando contigo
que por poco no acabas conmigo,
pero soy difícil de matar.

Y que quiero que sepas
que ha sido un infierno,
estando contigo
el infierno no es tanto castigo,
te pareces bastante a Satán.

lunes, 8 de octubre de 2012

En el camino está el hogar


"Salí para encontrar el hogar que había dejado hacía tiempo, y no podía recordar exactamente dónde estaba, pero se hallaba en el camino. Y al encontrar lo que encontré en el camino todo era tal como lo había imaginado. En realidad, no tenía ninguna ambición, no creo que tuviera ambición para nada.
Nací muy lejos de donde se supone que debo estar, y por lo tanto voy camino a mi hogar."

miércoles, 8 de agosto de 2012

El tiempo de nuestras canciones


Qué nos va a pasar

Cada día trato de acertar por dónde saldrás;
eso es tanto como adivinar qué nos va a pasar.
Has estado, hace tiempo, algo raro por momentos.
Me pregunto algo inquieta qué nos va a pasar.
No recuerdo cuándo decayó la conversación
ni el punto en que dices tú que algo cambió.
Sin embargo, mientras tanto, yo me guardo la esperanza
y las cosas que en la plaza nos dijimos hoy.
Ahora que te vas pediré perdón y dirás que no
y estará muy bien, ya sabes por qué.
Yo me esconderé, ahora que te vas, 
ya no saldré más; dime para qué, si no te voy a ver.
Sin embargo, mientras tanto, yo me guardo la esperanza
y las cosas que en la plaza nos dijimos hoy.
Ahora que te vas pediré perdón y dirás que no
y estará muy bien, ya sabes por qué.
Yo me esconderé, ahora que te vas,
ya no saldré más; dime para qué, si no te voy a ver.
Cuando pase el tiempo conocerás a alguien más
y me olvidarás, y es que es lo normal.
Aunque nos dé rabia siempre ocurre igual
y nos esforzamos en disimular.

miércoles, 11 de julio de 2012

Según un Grupo de Expertos


¿Cómo puede ser que con tanto iluminado, falte lucidez?

miércoles, 27 de junio de 2012

Círculos viciosos


¡No lo limpies! Déjame conservar mis círculos del vicio. El círculo es la figura geométrica perfecta, sin fin ni principio. Estoy seguro al transitar en equilibrio por tu redondez sin aristas. Ignoro los peligros que supone tu múltiple presencia, la que dicta mi sentencia. Ante mis ojos se asoma el abismo, y yo ¿qué hago? Bebo, bebo cuando los días me sacan de quicio.
¡Véte! Déjame a solas con mi amada de curvas peligrosas. Es mía, no la comparto. La cuido, la mimo. La arropo en insólitos escondites porque su visibilidad es mi vergüenza. Ante mis ojos se presagia el abismo, y yo ¿qué hago? Bebo, bebo para no ser yo mismo.
Por la borda lanzo los sacos de arena. El globo se alza. ¡Me elevo! Me siento preparado y ya no soy un tipo corriente. Soy uno de los grandes genios. Soy Picasso pintando la guerra incivil. Soy quien acaba el réquiem de Mozart. Ante mis ojos se intuye el abismo, y yo ¿qué hago? Bebo, bebo en una huida en defensa propia.
Por la noche es diversión, por la mañana es mi medicina. A un fin de semana perdido le sigue un día sin huella. Beber es pecado, rendición del juicio. Ante mis ojos, los otros ven el abismo, y yo ¿qué hago? Bebo, y me rindo en un gesto de nostalgia hacia un pasado inventado.

miércoles, 20 de junio de 2012

El fútbol que se lee


Érase un hombre que se sentía preso de un penalti.

jueves, 7 de junio de 2012

Pucaj tricu


La estampa me conmovió, por lo familiar. Unos chiquillos juegan al baloncesto en una vieja canasta. El chirriante sonido de las zapatillas rasgando el suelo hace que me detenga a observarles. Me quedo ahí, pensativo. La inevitable renovación de la vida, los niños. Mi metro noventa y siete causa extrañeza e impresiona a los pequeños, que me miran de reojo con recelo.
La pelota rebota en el aro y aterriza a mis pies. Con un rápido movimiento ya es mía. El olor a cuero y la adrenalina de otro tiro crucial casi humedece mis ojos. Ahí estoy yo, cara a cara con aquel aro desafiante, con su red cayendo como una bonita y provocativa falda. Un aro sin red es como un fin de año sin brindis: triste y solitario. No es nadie sin su complemento esencial.
Todo parece bajo control: distancia que vale por tres, lengua fuera, apunto, salto en suspensión. La yema de mis dedos hace volar la pelota en rotación surcando el cielo en una parábola perfecta. ¿Será receptivo o se tratará de un aro frígido e inexpugnable que no sucumbe ni ante los encantos del mejor tirador?
Diecinueve años después del último lanzamiento compruebo que algunas cosas se empeñan en no cambiar: la pelota penetra en el aro limpiamente acariciando la red que emite una especie de susurro femenino, al levantarse la falda y dejar al descubierto las vergüenzas del impotente aro.
-"¡Vaya suerte!", exclama con cierto tono despectivo el más alto de los niños. Ese resentimiento del grandullón es universal y perpetuo. Los pívots siempre me parecieron unos amargados, quejándose continuamente porque no recibían el balón. Pobres infelices, nunca entendieron que estaban allí únicamente para defender, coger rebotes y bloquear. Nunca conocerán la gloria del triple anotado en el último suspiro, de ahí su enfado permanente.
-"Tu cara me suena", afirma el niño más prometedor, chocándome la mano en un guiño cómplice entre escoltas. Los dotados de un talento innato se reconocen y respetan. De chaval ya poseía la curiosa habilidad de advertir quién iba a constituir la mayor amenaza del equipo contrario. Y en apenas cinco minutos, fijándome en lo gestos y movimientos de aquellos niños supe que aquél en concreto era especial.
-"Es que la muerte me sienta bien", ironizo ante la mirada atónita de los niños.
La muerte me arrebató el fervor de las gradas, a cambio del elixir de la juventud eterna, de mantenerme joven en el recuerdo.
Me despido con mis peculiares y vagos andares y su braceo característico, consecuencia de unos pies cansados de soportar el peso del mito, de haberme convertido en símbolo de un país, y esto sí que deviene paradoja, que apenas vi nacer. Estos pies no olvidan el camino y se acercan a la casa donde reponían fuerzas para la siguiente batalla. Una vez allí comprobaré qué tal le va el día a la buena de Biserka.

miércoles, 23 de mayo de 2012

Sobre el oficio de escritor y las gafas de sol


Cuando en aquel japonés la chica a la que le dio por correr insistió en que lo único que debía hacer era escoger un tema, escribir sobre él y esperar a que la inspiración fluyera, libre de obstáculos, en un viaje revelador desde el hemisferio derecho del cerebro hasta las yemas de los dedos, no pude más que fruncir el ceño y pensar sobre ello.
La chica a la que le dio por correr parecía plenamente convencida del método a seguir, y lo corroboró con la inestimable ayuda de su penetrante mirada. Uno, si era capaz de aguantar el escrutinio de aquellos ojos, ya tenía mucho ganado.
Así que, intentando asimilar el consejo y confiando en el milagro, abrí la libreta. Me quedé mirando la página en blanco. No tenía ni idea de cómo empezar y si iba a salir airoso del desafío. El objeto del ejercicio no consistía en escribir algo concreto, sino en demostrarme a mí mismo que era capaz de escribir: lo que significaba que no importaba tanto lo que escribiera como el hecho de escribir algo. Difícil tarea para alguien que tiende a divagar y a perderse por los entresijos de la dispersión.
Cualquier frase servía, pero mi elevada autoexigencia y mi desmedido respeto por la letra impresa me impedían cometer una estupidez, de modo que me quedé esperando frente a la página milimetrada, desconcertado ante las líneas de tenues tonos grises.
Minutos más tarde alcé la vista buscando una salida. Tal vez la chica a la que le dio por correr debió ser más explícita.

martes, 15 de mayo de 2012

viernes, 4 de mayo de 2012

Cuando conocimos a Marilyn



¡Ay, los amigos! Esas personas que aun conociéndote se obstinan en quererte y seguir siendo tus amigos. Tiene mérito, ¿no?
Mis ausencias cada vez más prolongadas, mi tendencia felina a desaparecer y retirarme hacia mi guarida quizás respondan a la estúpida creencia de que mantenerse alejado ayude a mantener vivo el hechizo, como si nuevos acercamientos pudieran romper la magia de los momentos vividos.
Pero de algún modo, las personas que han compartido pupitre en su adolescencia están condenadas a estar juntas, aunque sea desde la distancia.
Para consolidar una amistad hay que partir de un principio de similitud que lo inicie todo. Pues bien, juguemos. Miremos atrás.
Nuestros recuerdos juntos son cada vez más lejanos, así como nuestros actuales contactos son cada vez más atípicos, pero merece la pena poner a trabajar a esa dama caprichosa que es la memoria. Hoy es un día especial y así es cómo yo te recuerdo y cómo te sentí. Sin ningún orden, sólo son retazos de la complicidad que hubo entre dos amigos.
Eres lo que dura un embarazo mayor que yo, incluso ahora eres nueve meses mayor y tengo la sensación de que siempre será así. Puede ser un síntoma de una especie de fraternidad entre ambos: yo gané otro hermano mayor y tú otro menor.
Te colaste en mi vida respetando mis silencios y mis huidas, en una época en la que todavía no había cerrado la puerta y se podía acceder a mí. Yo me colé en la tuya poniendo buena cara a tus tardanzas. Siempre te esperé. Nunca me quejé, conocedor de que la impuntualidad es tu compañera.
Tú eras el que gritaba más alto, el que luchaba porque no le arrebataran un solitario taxi en un noche fría. Yo únicamente me dedicaba a seguir tu voz.
Hubo un tiempo en el que disfrutaba siendo tu copiloto, ya fuera dentro del coche fantástico de color amarillo, en un viaje de vértigo rodeados de buitres, montañas y encinas de más de mil años; o intentando conciliar el sueño en las estrecheces de una cabina de camión. Pongamos que hablo de nuestras andanzas por Madrid.
Un paréntesis libre de barba en mi rostro me lleva a una noche de primavera, donde una luz sobre dos ruedas disfrazada de muerte nos sorprendió en una curva que nos debió llevar al pueblo de las cerezas. Podíamos haber tenido problemas, pero dijimos que íbamos cinco. Y yo, sí, otra vez fui tu copiloto. Imposible dormir aquella noche, nos fundimos en un abrazo. Ahí se selló el compromiso.
En una vieja casa destartalada descubrimos las bondades de una botella: echabas un trago y ¡milagro! comenzabas a hablar con las chicas. Todo era muy inocente: no fumábamos porros, si acaso bebíamos en porró.
Y el deporte. Dos números me vienen a la cabeza: 24 horas nos parecían pocas cuando merodeaba cerca una pelota; trasnochar no nos importaba si la recompensa era el último lanzamiento decisivo del 23.
Debo parar, seguro que lo entenderás. Es un error recrearse demasiado en intentar recuperar lo que ya se fue. No es bueno, no es bueno. No es bueno mirar fotos antiguas.
¿Y ahora qué? ¿Somos los mismos? En esencia sí, sólo que un poco inflados por los años y las dolencias. Las circunstancias son las que atentan contra la identidad y las que nos intentan cambiar. Pero ni un corazón enfermo ni una espalda maltrecha podrá borrar lo vivido.
Sólo una cosa más. Quizás puedas ayudarme a resolver el enigma: ¿Quién movía el jodido vaso?

lunes, 23 de abril de 2012

Salvajes


"Durante un breve período tuvimos una civilización que se aferraba a una delgada franja de tierra entre el océano y el desierto.
El problema era el agua: de un lado había demasiada y del otro, demasiado poca, aunque eso no nos frenó. Construimos casas, autopistas, hoteles, centros comerciales, complejos de apartamentos, aparcamientos de varias plantas, escuelas y estadios.
Proclamamos la libertad del individuo, compramos y condujimos millones de coches para ponerla de manifiesto, construimos más carreteras para que las coches las recorrieran y así poder ir a todas las partes que no eran ninguna parte. Regamos nuestra hierba, lavamos nuestros coches, bebimos botellas de agua de plástico para mantenernos hidratados en nuestra tierra deshidratada, hicimos parques acuáticos.
Levantamos templos a nuestras fantasías y acudimos a ellos en tropel.
Fuimos a la playa, cabalgamos las olas y vertimos nuestros desechos en el agua que decíamos amar.
Nos reinventamos a nosotros mismos todos los días, reconstruimos nuestra cultura, nos recluimos en comunidades cerradas, comimos comida sana, dejamos de fumar, nos hicimos liftings en la cara y, al mismo tiempo, evitamos el sol, nos hicimos peelings, nos quitamos las arrugas y la grasa, como habíamos hecho con los hijos indeseados, y desafiamos el envejecimiento y la muerte.
Endiosamos la riqueza y la salud.
Convertimos el narcisismo en religión.
Acabamos adorándonos solo a nosotros mismos.
Al final, no fue suficiente."

martes, 10 de abril de 2012

Los chicos siguen bien


Una partitura en lo alto de un piano en el laberíntico mercado de Camden, un número de teléfono comprometedor oculto en las tripas de un disco (del DISCO), una exposición fotográfica olvidada en un callejón que es un pellizco que te transporta a aquel revolucionario 1965, el año ideal para ser joven y soñador; la caja de sorpresas en que puede convertirse el zapping de un tedioso domingo por la tarde y que, al parecer, certifica la extraña paranoia sobre determinadas conexiones mentales. 
La culpa la tienen los recuerdos. Esas canciones que, sin avisar y en cualquier lugar, asaltan repentinamente la memoria y cogen desprevenida a nuestra confiada retaguardia, que se creía protegida y a salvo de ataques traicioneros. Ese es el poder de la música: lo que puede llegar a remover.
Y ahora que la estadística se pone pesada y se empeña en recordarme una y otra vez que mi cuenta atrás se acerca a todo trapo, ahora que parece que de todo ya hace veinte años, y que me enorgullezco lo bastante de lo que sé para aceptar con modestia que hay muchas cosas que ignoro, ahora sé que podré contar de nuevo con ellos para intentar dar conmigo y descifrar en qué consiste esto de pertenecer a un mundo.

jueves, 29 de marzo de 2012

29-M y las persianas indecisas


Todos conocemos a los "bartlebys": son esos seres en los que habita una profunda negación del mundo. Yo mismo he pasado por mis períodos de pulsión negativa y atracción por la nada.
Hoy es un día atípico: muchos despertadores, cómplices con nuestro sueño, deciden callar eludiendo toda responsabilidad de iniciar la jornada. Su testigo lo recogen, a regañadientes, esas persianas metálicas que precisamente hoy adquieren un protagonismo inusitado, obligadas a bailar arriba y abajo al son de la proximidad de unos cánticos que proclaman indignación y justicia.
Esas persianas cortadas por la mitad son reflejo de muchas cosas: del miedo a fantasmas pasados, del miedo a ser dueños de nosotros mismos.
Hoy no es un día transcendental porque parece ser que todo el pescado ya está vendido, pero el progreso social es lo que nos identifica como ciudadanos. Ahí sí que se debería reaccionar y decir basta. Lo mismo da cómo estén las persianas hoy: ya se sabe, unos las verán subidas y otros bajadas; pero quizás las próximas generaciones, si levantan la cabeza de la consola, nos pidan cuentas por el estado de su bienestar y entonces nos saldrán los colores.
Es fácil dejarse llevar por la desesperanza. Los gobernantes nos quieren deprimidos porque pocas cosas resultan más gratificantes para los depresivos que las noticias malas.
Pero, como dice Cándido, nada es imposible.
En teoría, cuando marzo se vuelve abril, ganamos luz. Ya va siendo hora que esa luz nos guíe para salir de nuestra particular primavera desencantada.

lunes, 26 de marzo de 2012

Una tortilla a las finas hierbas


"Sostiene Pereira que esas pequeñas costumbres ayudan a vivir, la lectura del periódico, el no aspirar a mucho, sus necrológicas, y esos placeres que se concede para salvar tanta rutina, los versos de Lorca y su tortilla a las finas hierbas. Pero sostiene Pereira que a veces es la vida la que le sale a uno al paso y entonces no queda otro remedio que tomar partido."

miércoles, 21 de marzo de 2012

Todos somos putas


¿Quién es más puta? ¿La Mónica que vende su cuerpo, pero con una sonrisa cargada de dignidad, o yo que desprecio mi tiempo, que es lo único de que dispongo, a cambio de un trabajo frustrante y un sueldo deprimente con el fin de hipotecarme hasta la cejas?

martes, 13 de marzo de 2012

Cartas mentales


"Al hacer un resumen de sí mismo, reconoció que había sido -por dos veces- un mal esposo. A Daisy, su primera esposa, la había tratado miserablemente. Madeleine, su segunda mujer,  había intentado manejarlo. Para su hijo y su hija era un padre cariñoso pero malo. Y para sus propios padres, fue un hijo desagradecido. Para su país, era un ciudadano indiferente. A sus hermanos y a su hermana los trataba con afecto pero se mantenía muy apartado de ellos. Para sus amigos, era un egoísta. En cuanto al amor, era un perezoso. En cuanto a la brillantez, era un hombre apagado. Ante el poder, pasivo. Y respecto a su propia alma, tomaba una actitud evasiva.
Como persona de tendencias irregulares, practicaba el arte de describir círculos sobre los hechos aislados para dejarse caer luego sobre las cosas esenciales.
Temía a la intensidad de los sentimientos, con la que habría de enfrentarse cuando ya no pudiese contar con sus excentricidades para olvidar."

viernes, 2 de marzo de 2012

Es la luz de Enrique


Lo dicen los Cuatro Evangelistas: "Se ha producido un nuevo milagro en el Refugio Antiaéreo. Se desconoce el origen de tan cegador destello."

jueves, 23 de febrero de 2012

La mirada del otro


No deseamos que nuestra intimidad quede retratada en paños menores, y es lícito defender aquello que nos pertenece.
Pero, a veces, unos ojos ajenos y perturbadores son necesarios para hacernos ver que el contenido es más valioso que el continente.

sábado, 18 de febrero de 2012

Toxicosmos o lo que la verdad esconde


Mucho cuidado con lo que piensas, ten mucho cuidado con lo que dices y con lo que haces, no vaya a ser que la verdad te sorprenda y vomite todas las miserias que acompañan a la condición humana.
Intentar descifrar la verdad en un mundo podrido de gente nociva significa quedarse sólo. No interesa que se hurgue en los sórdidos asuntos que disfrazan la realidad. Te convertirás en un sujeto incómodo.
La verdad es escurridiza, no se deja ver fácilmente porque se ha vuelto desconfiada, harta de que tanta boca embustera desprestigie su nombre. Ha echado la llave y no quiere saber nada del género bobo, es casi inaccesible, y para dar con ella hay que pagar un precio muy alto. Suele ser discreta, no pregona que es especial hasta que le dedicas tiempo, hasta que le tomas afecto. Entonces te revela su importancia, tristemente menguante en estos tiempos.
Recientemente he releído un librito de Nietzsche en el que, entre otras cosas, viene a decir que el hombre prefiere que le manipulen, que le engañen, antes que una verdad le perjudique y le saque los colores.
El intelecto humano se desenvuelve bien fingiendo. ¡Menudo desperdicio!
Buscando la verdad, Nietzsche se topó con el hombre y sus mentiras. No me extraña que se desilusionara y enloqueciera.

"El hombre necesita la verdad,
un mundo que no se contradiga,
que no falsee nada, un mundo-verdad…"
Friedrich Nietzsche

sábado, 11 de febrero de 2012

Madrugones subrepticios


Debo de estar mejorando mi manera de dormir. Cuando desperté nada me dolía y mi cuerpo no estaba entumecido.
Hoy es festivo, y en estos días intento madrugar un poco y preparar la mañana. Necesito que mis reflexiones se empapen de silencio antes de que el mundo se incline por el bullicio.
Blackbird duerme, por lo que trato de ser sigiloso en la penumbra. Palpo con sumo cuidado la mesita de noche con el fin de toparme con las gafas sin dejar una huella digital en los cristales. Sería una forma desastrosa de empezar el día.
Salgo de la habitación, entro en el lavabo y compruebo en el espejo que la noche ha sido traviesa con mi pelo, pues está apuntando hacia direcciones inverosímiles. Postergo la micción por culpa de un endurecimiento no deseado que me impide afinar la puntería con garantías hacia el interior del inodoro.
Lo primero que haces por la mañana puede condicionarte el resto del día. Yo me bebo un vaso de agua. Como una especie de bautismo interior.
Soy de los que utilizan el pequeño utensilio circular y agujereado que sirve para prensar el café en la cafetera. Mientras la vitro trabaja a ritmo lento me dedico a esperar el gran momento: aquél en el que la cafetera empieza a moquear y jadear.
En los días festivos mis movimientos son deliberadamente pausados, como si retase a duelo a las prisas y ritmos vertiginosos de la vida cotidiana. Permanezco en la cocina sentado en el taburete orientado hacia la ventana, oliendo y recreándome en el café, a la vez que observo la quietud del patio a través de los huecos de la cortina laminada. Ése es uno de los mejores momentos del día: el café y yo, envueltos por mis pensamientos.
Asimilada la droga, ya estoy listo para una ducha reparadora. Adoro el invierno y el zumbido del calefactor en el baño. Miro hacia abajo y la flacidez me recuerda que ya puedo vaciar la vejiga sin temor a fallar. Debajo del chorro de agua caliente mi mente es capaz de evadirse en la más singular de las cavilaciones: hoy decido que el abedul y el cinamomo son mis árboles preferidos. Desconozco sus diferentes características, si sus hojas son perennes o deciduas. Pero sus nombres son preciosos. Y con eso me vale.
Ya ha pasado más de tres cuartos de hora y puedo atestiguar que ha merecido la pena. Y todavía dispongo de tiempo para acomodarme en el sofá, con forma de pieza de tetris, a disfrutar de mi última adquisición novelada: un libro que me da lo buenos días cada vez que lo abro y donde las pequeñas tareas rutinarias y domésticas se convierten en algo apasionante.
Un ruido conocido al otro extremo del pasillo me hace levantar la vista. El reloj marca las diez y veintisiete, la hora en la que Blackbird se despereza y comienza a extender sus alas. Las mismas que me sacan de mi ensimismamiento.

miércoles, 1 de febrero de 2012

El corte de UCLA


Trato de recomponer mi historia, de dónde vine y en lo que me convertí.
Era el capitán del Pequod, auténtica osadía y pura pasión. Era la mujer con el largo vestido blanco, era la novia, a la que todos miran. Era bebedor de vino de color rojo sangre. Era la sustancia de la que está hecho un poema.
Era la chispa, hoy soy el fósforo que se consume. Era una ingenua ignorancia, ahora escojo no saber como herramienta de supervivencia. De niño tuve forma de pupitre desordenado, de adulto soy el maestro que penaliza la rebeldía.
El miedo hizo de mí recluta ejemplar, el miedo ha hecho de mí un sí a todo, un docto en la obediencia. Era el sexo sin freno, un sábado por la noche. Cabecear delante del televisor, tras una jornada laboral sin fin, es lo que hoy me determina. En la víspera fui dueño de mi tiempo; en la aurora, como Gregor Samsa, despierto siendo un bicho raro, encorsetado por un cuerpo quejoso.
Era el escolta, el guitarra solista. Al que buscaban cuando el partido no se define. El que se jugaba el último lanzamiento, el que encestaba para ganar. En la victoria era la bacanal de Roma, era yugoslavo; en la derrota soy el amante, que solo y apenado confía en una próxima cita. Era el partido, ahora sólo entrenamiento.
Desubicado y necesitado de conversaciones sugerentes, el tiempo me hizo un experto, un experto en ver pasar el tiempo.
En mis sueños aún ejerzo de escolta, en mi realidad descanso en el banquillo.

domingo, 22 de enero de 2012

Mostar


Tendrá que ver con la guerra
Tendrá nombre de puente
Tendrá que ver con la muerte
Que invadió a toda una tierra.

Cementerio improvisado en la cuneta
Edificio con rostro de metralla
Bosnio, serbio o croata
Y mientras, el mundo calla.

¡Salta niño, salta!
Que el Rey ya anuncia su ocaso
Báñate en las lágrimas
De un pueblo sin alba.

Tendrá que ver con el agua
Ayer color esmeralda
Tendrá que ver con el odio
En la antigua Yugoslavia.

lunes, 9 de enero de 2012

El arte de tomárselo con calma


La idea es como sigue: la vida es corta y complicada y nadie sabe qué hacer al respecto. Así que no hagas nada al respecto. Sólo tienes que tomarlo con calma, hombre. Deja de preocuparte tanto. Relájate con los amigos y unas cervezas, y haz lo mejor para ser fiel a ti mismo y a los demás. ¡Encuentra tu elemento!
A grandes rasgos esta es la filosofía de vida de un tipo singular, el campeón de los holgazanes. Pero cometeríamos un grave error si pensamos que el Nota es un nihilista, porque tiene creencias e inquietudes: se preocupa por su alfombra, por su coche y las cintas de los Creedence, disfruta de una buena partida de bolos con Walter y Donny... en fin, las típicas cosas que nos importan a todos, a los occidentales "desarrollados" claro. ¿Por qué a quién le importa la guerra infinita de Somalia, el calentamiento del planeta o los negritos del África? ¿O los putos Eagles?

domingo, 1 de enero de 2012

Feliz €uroaniversario


El plan deviene perfecto. La estrategia no contiene fisuras.
Después de una década de despotismo monetario resulta muy ilustrativo que lo único que podemos hacer más barato es ver la tele. Es un gran índice para calibrar el grado de atontamiento de una población. Ciudadanos pegados al artefacto que mejor embauca con la excusa del entretenimiento.
Por lo visto, no ser feliz está mal visto. Claro que el concepto de felicidad es sospechoso: cuando depende del tamaño y de las posibilidades de un televisor es que algo va mal.
Y lo peor aún está por llegar cuando el euro se adentre en esa etapa tan convulsa que es la adolescencia, bueno si no lo matan por el camino los mismos que le hicieron nacer. Miedo me da, tendré a mano los ansiolíticos.
Lo han conseguido, con nuestro consentimiento. Somos más pobres por fuera y por dentro.
Pero tenemos una tele HD y XXL.