sábado, 18 de febrero de 2012

Toxicosmos o lo que la verdad esconde


Mucho cuidado con lo que piensas, ten mucho cuidado con lo que dices y con lo que haces, no vaya a ser que la verdad te sorprenda y vomite todas las miserias que acompañan a la condición humana.
Intentar descifrar la verdad en un mundo podrido de gente nociva significa quedarse sólo. No interesa que se hurgue en los sórdidos asuntos que disfrazan la realidad. Te convertirás en un sujeto incómodo.
La verdad es escurridiza, no se deja ver fácilmente porque se ha vuelto desconfiada, harta de que tanta boca embustera desprestigie su nombre. Ha echado la llave y no quiere saber nada del género bobo, es casi inaccesible, y para dar con ella hay que pagar un precio muy alto. Suele ser discreta, no pregona que es especial hasta que le dedicas tiempo, hasta que le tomas afecto. Entonces te revela su importancia, tristemente menguante en estos tiempos.
Recientemente he releído un librito de Nietzsche en el que, entre otras cosas, viene a decir que el hombre prefiere que le manipulen, que le engañen, antes que una verdad le perjudique y le saque los colores.
El intelecto humano se desenvuelve bien fingiendo. ¡Menudo desperdicio!
Buscando la verdad, Nietzsche se topó con el hombre y sus mentiras. No me extraña que se desilusionara y enloqueciera.

"El hombre necesita la verdad,
un mundo que no se contradiga,
que no falsee nada, un mundo-verdad…"
Friedrich Nietzsche

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