domingo, 22 de agosto de 2010

El bello verano


Era una mañana cualquiera de agosto. Hacía un día de perros. Realmente terrible. Treinta grados, un sol espléndido y una humedad relativa que parecía absoluta. La ciudad se derritía.
De repente, él sintió la imperiosa necesidad de volver a nadar en el mar, de disfrutar el verano y de ser normal. Por muchas trabas que encontrara en el camino, sabía que lo conseguiría. Llegaría a la playa. No le amedrentaban esos insectos rallados que le chupaban la sangre y convertían su piel en un paisaje volcánico. Salió de casa equipado con el kit de supervivencia y con la mayor de las sonrisas. Al adentrarse en las profundidades de la ciudad no le importó comprobar que la estación sufría una ola de calor. Tres minutos de asfixia después subió al vagón repleto de gente normal empapada de verano. La ausencia de aire acondicionado puso a prueba su resistencia. Se autoconvenció que tampoco era tan desagradable enfrentarse a tantos olores corporales diferentes. Medio mareado consiguió llegar a la superfície y un primer vistazo a su idílico destino casi le desmoraliza. "Tan temprano y ya hay tanta gente", murmuró.
Lo que siguió después fue un cúmulo de despropósitos: plaga de medusas, periódico ilegible por la brisa marina, vecinos que parecían querer intimar con él dada su proximidad.
Apenas veinte minutos de normalidad ya le habían desesperado y en un momento de lucidez exclamó. "¿Qué hago yo aquí?" Cogió los bártulos y consiguió escapar del infierno.
Después de una ducha reparadora se tumbó en el sofá y se quedó dormido. Y soñó con el verano ideal, lleno de amores y de fiesta. Y ya no deseó que julio y agosto desapareciesen del calendario.

lunes, 16 de agosto de 2010

Bajo el influjo de Oblómov


Ayer andaba peleado con el mundo. Quería que me dejaran en paz. Desconecté el móvil y decidí no recibir visitas. Apático y desganado, apenas me levanté un par de veces de la cama. Una para ir a la nevera y aprovisionarme de un montón de calorías y otra para ir al lavabo y deshacerme de sólo unas pocas. Me aislé con todo lo necesario para estar en mi mundo. Lo que sucediera fuera de él no me importaba lo más mínimo. El mundo de los otros resulta insignificante para un aspirante a Oblómov.
Oblómov es una novela de Ivan Goncharov, y Oblómov es el protagonista de dicha novela, a menudo considerado como la personificación del "hombre superfluo", un tópico recurrente a lo largo de la literatura rusa del siglo XIX. Oblómov es un noble joven y generoso que parece incapaz de hacer nada con su vida. A lo largo de la novela raramente sale de su habitación, donde permanece tumbado en un diván intentando evitar los problemas, las propuestas y las obligaciones que le llegan del exterior. Hasta la página 150 no se decide a salir de la cama. La novela se hizo muy popular en Rusia, y muchos de los personajes y situaciones han dejado una fuerte huella en la cultura rusa, convirtiéndose Oblómov en un término popular para describir a cualquiera que muestre una actitud pasiva e indecisa.
Si alguna vez te has sentido identificado con el oblomovismo puedes dejar un comentario, no demasiado largo porque la pereza me impediría acabarlo de leer.

viernes, 13 de agosto de 2010

En la encrucijada


En 1965, Bob Dylan estaba hecho un lío. Se hallaba en una encrucijada. Debía decidir si seguía abanderando el folk americano con sus canciones protesta o subirse al tren de la modernidad conducido por el monstruo de las cuatro cabezas (así llamaba Dylan a los Beatles). Y debía decidir rápido. Los vertiginosos años sesenta no le iban a esperar.
Y lo hizo. Vaya si lo hizo. Cuando la baqueta golpeó el parche del tambor, Dylan anunció al mundo que ya no había vuelta atrás. Los tiempos estaban cambiando. El comienzo de "Like a Rolling Stone" es una patada a la puerta que da acceso a tu mente.
¨Like a Rolling Stone" salió como single en el verano del 65. Seis minutos de auténtica conmoción. Las radios no se atrevieron a ponerla entera pensando que el mundo no estaba preparado para tal revelación. Pero el mundo quería más y consiguió que sonara de principio a fin.
Dylan cuenta que la canción no es de su propiedad, no tiene dueño. Que no puede tocarla dos veces de la misma manera porque siempre es la primera vez. Al oyente también le ocurre lo mismo. Cuando empieza a sonar es imposible no escucharla. No sirve como música de fondo.
¿De qué trata "Like a Rolling Stone"? Creo que ni Dylan lo sabe. Habla de una chica bien a la que la realidad le ha dado una bofetada, y se ve obligada a mendigar, pero tiene algo que ver con la flaqueza moral de todos nosotros.
Con esta canción eterna, Bob Dylan proclamó que seguía vivo y que lo iba a seguir estando durante miles de años.

Como un canto que rueda

En otro tiempo ibas muy elegante
En la flor de la vida
Arrojabas centavos a los mendigos
¿Recuerdas?
La gente ya te avisaba, ojo niña, vas a acabar mal
Tú pensabas que bromeaban
Y te reías de todos
Los que andaban por ahí
Ahora ya no hablas tan alto
Ahora ya no paraces tan orgullosa
De tener que gorrear
Tu próxima comida

¿Qué se siente?
¿Qué se siente
Vagando sin hogar
Por todos ignorada
Como un canto que rueda?

Sí doña Soledad
Fuiste al mejor colegio
Pero bien sabes que allí te pasabas
El día mamada
Nadie te ha enseñado a vivir en la calle
Y ahora te toca
Acostumbrarte a eso
Dijiste que nunca transigirías
Con el vagabundo misterioso
Pero adviertes
Que él no vende coartadas
Mientras contemplas el vacío
De sus ojos
Y le preguntas
¿Quieres hacer un trato?

¿Qué se siente?
¿Qué se siente
Vagando sin hogar
Por todos ignorada
Como un canto que rueda

¡Ah!
Nunca te volviste a ver el ceño
De malabaristas y payasos
Cuando hacían sus números para ti
Jamás comprendiste que no es bueno
No conviene
Dejar que los demás
Se lleven los palos por ti
Montabas un caballo cromado
Con ese diplomático
Que llevaba al hombro
Un gato siamés
¿No fue duro descubrir
Que no era tan estupendo
Cuando te quitó todo
Lo que pudo robar?

¿Qué se siente?
¿Qué se siente
Vagando sin hogar
Por todos ignorada
Como un canto que rueda?

¡Ahhhhhhh!
Princesa en la torre
Y toda esa gente guapa
Que bebe convencida de su éxito
Intercambiando preciosos regalos
Pero más vale
Que te quites el anillo de diamantes
Más vale que lo empeñes, nena
Te hacía mucha gracia
Aquel Napoleón andrajoso
Y su manera de hablar
Ve ahora con él,
Te llama y no puedes negarte
Cuando nada tienes
Nada tienes que perder
Ya eres invisible,
No tienes secretos que esconder

¿Qué se siente?
¿Qué se siente
Vagando sin hogar
Por todos ignorada
Como un canto que rueda?

http://www.youtube.com/watch?v=U8IRHWP4934

martes, 10 de agosto de 2010

¿Cómo decir adiós?


"Querido mundo: te dejo porque estoy aburrido. Siento que ya he vivido bastante. Te dejo con tus preocupaciones, con tu mierda fertilizante en esta bonita cloaca. Buena suerte".
Esta es la nota de suicidio más sincera y lúcida que he leído jamás y pertenece al actor George Sanders, el que salía en Rebecca, que se quitó la vida hastiado de ella con una sobredosis de barbitúricos en el Gran Hotel Rey Don Jaime de Castelldefels, una localidad costera de la provincia de Barcelona.
Es sucinto y claro en sus razones para acabar con su vida, tiene razón al afirmar que es una bonita cloaca, hace una poética revelación final, y es considerado al desearnos buena suerte. No cayó en la trampa de la mayoría de las notas de suicidio: la gente siempre reparte culpas o pide disculpas.
En una favela de los suburbios de Sao Paulo vive una antigua maestra de escuela que se gana como puede el pan redactando notas de suicidio para los pobres suicidas analfabetos.
El suicidio puede ser un pecado, pero la decisión es digna de elogio. Tiene mérito responder al dilema de Hamlet con la sencillez con la que se marca una casilla:
                   
                                 Ser
                                 No ser X

Al fin y al cabo, vivir es un regalo pero, ¿quién no ha devuelto un regalo? Se hace continuamente.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Sólo es una opinión


No soporto la obligación de tener una opinión. Ni a las personas que opinan de todo, aquellas que se comportan como si el mundo girase a su alrededor. Desde luego, están encantadas de haberse conocido.
Me impaciento con las opiniones de los demás porque estoy convencido de que sólo repiten lo que han oído en alguna parte o regurgitan las ideas con que los han alimentado en la infancia. Yo también lo he hecho y ahora he decidido apenas expresar mis opiniones. Así hay más misterio: es mejor estar callado y parecer tonto que hablar y despejar todas las dudas.
Todo el mundo tiene derecho a expresar sus opiniones y nunca he hecho callar a nadie. Por ejemplo, siempre he sido muy respetuoso con el mal gusto musical de la gente que me rodea. 
Fue Winston Churchill quien dijo que si la gente sólo hablase de lo que sabe se produciría un maravilloso silencio. 
No me gusta ser el centro de atención, prefiero pasar desapercibido. Por eso he desarrollado la extraña habilidad de desaparecer de una habitación sin salir de ella. De volverme invisible.