miércoles, 4 de agosto de 2010

Sólo es una opinión


No soporto la obligación de tener una opinión. Ni a las personas que opinan de todo, aquellas que se comportan como si el mundo girase a su alrededor. Desde luego, están encantadas de haberse conocido.
Me impaciento con las opiniones de los demás porque estoy convencido de que sólo repiten lo que han oído en alguna parte o regurgitan las ideas con que los han alimentado en la infancia. Yo también lo he hecho y ahora he decidido apenas expresar mis opiniones. Así hay más misterio: es mejor estar callado y parecer tonto que hablar y despejar todas las dudas.
Todo el mundo tiene derecho a expresar sus opiniones y nunca he hecho callar a nadie. Por ejemplo, siempre he sido muy respetuoso con el mal gusto musical de la gente que me rodea. 
Fue Winston Churchill quien dijo que si la gente sólo hablase de lo que sabe se produciría un maravilloso silencio. 
No me gusta ser el centro de atención, prefiero pasar desapercibido. Por eso he desarrollado la extraña habilidad de desaparecer de una habitación sin salir de ella. De volverme invisible.

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