domingo, 3 de octubre de 2010

El esfuerzo de Fidípedes



"Entonces, cuando Persia fue polvo, todos gritaron: "¡A la Acrópolis!
¡Corre, Filípides, una carrera más! ¡Tendrás tu recompensa!
Atenas se ha salvado gracias a Pan. ¡Ve y grítalo!" Arrojó él su escudo,
corrió otra vez como una saeta; y toda la extensión entre el campo de hinojo
y Atenas de nuevo fue rastrojos, un campo que recorría una saeta,
hasta que él anunció: "¡Regocijaos, hemos vencido!" Como vino que se filtra en arcilla,
la felicidad que fluía por su sangre le hizo estallar el corazón: ¡el éxtasis!"
Al soldado Fidípedes, o Filípedes, le ordenaron que corriese para comunicar que habían ganado. Lo hizo y después de recorrer unos 40 Km, la distancia que separa Marathon de Atenas, llegó, gritó victoria (niké en griego, ¿el primer acto publicitario?), y murió. Y así se convirtió en héroe. El resto es historia. Después de 2500 años se continúa celebrando una carrera para conmemorar la gesta de aquel hombre. Pero correr, ¿para qué? ¿Para demostrar qué y a quién?.
Y después de 2500 años seguimos corriendo, unos pocos por placer y otros muchos porque alguien se lo ordena. Ahora ya no hablo de deporte, aunque es una excusa muy buena porque implica espíritu de sacrificio y superación. Tendríamos que ser conscientes de nuestra libertad en cada uno de nuestros actos. Ser libres para poder decidir: ahora me paro, me siento y me lo miro tranquilo. Si el dolor es inevitable, el sufrimiento debería ser opcional. La vida no se habría de tomar como una carrera.

El de la foto es Emil Zátopek, atleta checoslovaco apodado la locomotora humana que en Helsinki 1952 fue campeón olímpico de 5000 m., 10000 m. y maratón. ¡Qué tío!

No hay comentarios:

Publicar un comentario