viernes, 4 de noviembre de 2011

El chico triste que componía canciones bonitas


Ron quería ser una estrella, pero no sabía lo afortunado que era de que nadie le conociera. Vivía engañado, sus dulces melodías se paladean mejor en audiencias minoritarias, resguardadas del virus de la mediocridad del último hit.
Convencido de que a su vida le faltaba sustancia, se rodeó de aduladores que le prometían el éxito. Pero mientras él ensayaba para adaptarse y aprender a encajar entre los demás, sus canciones tenían el don de la discreción y decidían pasar inadvertidas.
¿Qué más da?, si su música no suena en la radio para morir cinco minutos después; ¿qué más da?, si en mi corazón sus canciones tendrán un hueco para siempre.

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