jueves, 24 de noviembre de 2011

Al otro lado, humo


La belleza más sublime, la que se nos muestra en estado puro, esconde un secreto: es destructiva.
Chet Baker era bello y con un enorme talento, una combinación explosiva para un joven. Se pasó toda una vida evadiendo las responsabilidades para sentirse dueño de sí mismo. Pero intentar ser libre provoca daños colaterales: vas dejando víctimas a tu paso.
A finales de los años cincuenta todo el mundo tenia una historia que contar acerca de Chet Baker: "La luz del cigarrillo ilumina primero sus mejillas y luego deja ver un rostro grave y escrutador. Eran los días en los que en Nueva York, cuando alguien veía a un hombre fumando en un coche en una calle oscura, daba por supuesto que era Chet Baker pensando en su arte."
No era fácil seguir los pasos por el mundo de Chet Baker, un mundo de engaños y autodestructivo. Aun así, su magnetismo hacía que anhelaras estar siempre a su lado. ¿Qué lleva a un hombre a elegir siempre el camino tortuoso? ¿Qué lleva a las personas de su entorno a enredarse en este hombre?.
Más allá del horizonte suena una trompeta, y su lamento quedará incrustado en lo más recóndito del inconsciente.

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