martes, 1 de febrero de 2011

Albania o pequeños inconvenientes de la vida humana (III)



"Nunca he sabido estar con mucha gente. Dejarse acompañar es un arte que yo no he cultivado. Jamás supe cómo conciliar mi estado de reposo, mi convalecencia íntima de mi habitación con el aliento brusco que exhala el recién llegado. Han pasado los años y me he instalado en el retraimiento. Vivo como ese pequeño país autárquico que ponían de ejemplo en el colegio, soy Albania. Mi medio natural es sobrio, retazos de llanuras insalubres, mesetas desiguales y un complejo de montañas abruptas. En mi república se practica la autarquía de repliegue: producir para autoabastecerse y permanecer inmodificado, al abrigo de influencias extranjeras. Porque habitar con los otros es la guerra y me destruye, he preferido rodearme de una difusa constelación afectiva. Sus luces están lejos y aunque apenas iluminan, también me dañan poco. Vivo casi a oscuras. Vivo en mi casa breve de lecho breve y breves vistas al exterior. Y no puedo ilusionarme porque soy un escéptico."

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