sábado, 10 de diciembre de 2011

¡Qué noche la de aquel día!


Opté por dejar pasar los días y confiar en que el otoño hiciera bien su trabajo y proporcionara una sólida capa de hojas que fueran amortiguando, ablandando el tremendo impacto, y que las emociones incandescentes de aquel subidón comenzaran a enfriarse.
Pero ha pasado ya un mes y mis sentidos continúan aturdidos, en plena combustión. El tiempo no lo mitiga todo.
Aquella noche lluviosa de noviembre tuve una revelación: extasiado por el sonido más perfecto jamás soñado entendí la necesidad del arte como vehículo de expresión para hacer más estimulante la vida. Una experiencia como aquella hace más soportable la congoja de pensar el futuro.
Wilco es la abreviación de "Will Comply", es decir, "cumpliré" y es un término que se utiliza en las comunicaciones aeronáuticas: una de las locuciones especiales y frecuentes es Roger Wilco (Mensaje Recibido. Lo Cumpliré).
Aquella noche lluviosa seis músicos en estado de gracia enviaron su mensaje y nos enseñaron las infinitas posibilidades que conlleva tener inquietudes y a no tener miedo de dejarse llevar por ellas para ver lo que hay más allá. Porque la recompensa, quién sabe, igual merece la pena. Depende de cada uno saber recibir el mensaje y cumplirlo.
¡Qué noche la de aquel día!, una frase que evoca tiempos remotos, una época que no maltrataba a los soñadores. Una frase que se convertirá en pensamiento y cobrará vida dentro de unos años cuando recuerde la música de aquella noche lluviosa de noviembre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario