martes, 5 de abril de 2011

El autista informático


El confinamiento le proporcionaba una absoluta libertad para ir donde le llevaban sus pensamientos pero también le estaba convirtiendo en un ser antisocial, en un hikikomori.
Siempre admiró a los escritores que cada día emprendían un viaje hacia lo desconocido y sin embargo permanecían todo el tiempo sentados en una habitación. Y siempre se lamentó de no haber sabido encontrar a un escritor capaz de soñar realmente, a pesar del mundo.
Samuel padecía el mal de autor, que es la pena del editor: hacerse la dolorosa pregunta de si el autor genial tan buscado no era en realidad él mismo, que no poseía talento para escribir. Por eso se convirtió en editor. Para volcar su decepción en los demás y no exclusivamente en sí mismo.
Antes vivía pegado a una botella, ahora vive abducido por un ordenador, como esos jóvenes japoneses que para evitar la presión exterior reaccionan con un completo retraimiento social. De hecho, hikikomori significa aislamiento. Se encierran en una habitación de la casa de sus padres durante meses, incluso años. Sienten tristeza. A lo largo del día duermen y durante la noche ven la tele o se concentran en el ordenador.

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