martes, 7 de diciembre de 2010

La soledad del corredor de fondo


"Nada más llegar al reformatorio me hicieron corredor de fondo de campo a través. Correr siempre ha sido muy importante en nuestra família. Sobretodo para escapar de la policía. Es difícil de entender. Todo lo que sé es que hay que correr. Correr sin saber por qué a través de bosques y campos, y correr sin una meta aunque la gente te esté vitoreando. Esa es la soledad que siente el corredor de fondo.
Pero es estupendo ser corredor de fondo, encontrarse solo en el mundo sin un alma que te ponga de mala leche o te diga lo que tienes que hacer o que hay una tienda que descerrajar en la calle de al lado. A veces pienso que nunca he sido tan libre como durante este par de horas en que troto por el sendero de más allá de la puerta y doblo por el roble aquel de tronco pelado y enorme barriga del final del camino. Todo está muerto, pero bien, pues ha muerto antes de haber vivido; no ha muerto después de haber vivido.
Mientras corro y veo el humo de mi aliento levantándose en el aire como si tuviera diez puros clavados en distintas partes del cuerpo, cada vez pienso más en el sermón que me soltó el director cuando llegué por primera vez. Honradez. Sé honrado. Sé honrado y confórmate con una porquería de empleo de seis libras a la semana. La gente como el director no entenderá jamás que yo soy honrado, que nunca he sido más que honrado, y que siempre seré honrado. Parece raro, pero es verdad, pues yo sé lo que para mí significa ser honrado y él sólo sabe lo que significa para él. Creo que mi honradez es la única que hay en el mundo, y él cree que la única que hay en el mundo es la suya. Por eso se han inventado esta casa tan grande y tan asquerosa rodeada de muros y vallas en medio de ninguna parte, para meter a los chavales como yo".

No hay comentarios:

Publicar un comentario