miércoles, 27 de julio de 2011

La noche no es lo que era


El sábado pasado me vi obligado a trasnochar para ser testigo de la muy extendida, que no entendida, costumbre de disfrazar al valiente que ha decidido cambiar de estado civil: de sensato a insensato.
Siempre aborrecí las despedidas de soltero pero esta vez reconozco que tenía un gusanillo en el estómago. Desconocía lo que me iba a deparar la noche y eso me intrigaba. Había pasado tanto tiempo desde la última vez...
Fue decepcionante, no por la celebración en sí, sino porque pude constatar las consecuencias desastrosas que las nuevas leyes han provocado en el ocio nocturno de la ciudad: discotecas sin humo, decenas de personas que para divertirse salían afuera, vecinos indignados y somnolientos, etc.
A mí ya me iba bien que en el interior de las discotecas dejaran fumar porque con el humo se me irritaban los ojos y ya tenía la excusa perfecta para irme. En esta ocasión tuve que improvisar otra.

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