viernes, 7 de enero de 2011

Condenado al ostracismo


En estos primeros días del año ya se está viendo quién va a ser el gran damnificado. Ni fumadores, activos o pasivos, ni hosteleros. Tampoco se verán afectados los controladores aéreos. Y las tabacaleras, mucho menos.
La Ley Antitabaco, promulgada por unos iluminados que últimamente, parece ser, andan tremendamente preocupados por la salud de sus ciudadanos, se ha olvidado de uno de los principales protagonistas de todo este embrollo. Nadie le ha pedido su valiosa opinión, que hubiese dado luz al asunto. Y ya nadie parece recordar el gran servicio que aporta a uno de los más característicos vicios humanos que existen.
El cenicero, testigo de costumbres insanas, no es sólo un objeto coleccionista de cenizas y colillas. También es, entre otras cosas, el delator de las prisas que se esconden detrás de ese cigarrillo casi impoluto, y que es uno de los males de esta sociedad.
Este año, que parece que va a seguir siendo de crisis, también será el año de las terrazas y el cenicero estará condenado a ser uno de sus más ilustres habitantes.

1 comentario:

  1. cuando fumaba pensaba constantemente cúal era el cenicero perfecto; y lo dí: era de un diseñador famosos, de Vinçon, y era alto para que no volara la ceniza y tenia una hendidura para colocar el piti. Y era apilable....todavía se puede en bares de diseño...snifffff

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